Esto es lo que les ocurre a muchos rosales con la
lluvia y las bajas temperaturas.
Además de pudrirse sus flores, las ramas se
tumban por el peso de los capullos mojados,
tomando un aspecto de lo más deslucido.
Con unas tijeras de podar y un poco de paciencia
conseguimos hacerles una lavado de cara.
Esta poda, además de embellecerlos
les dará vigor para provocar una segunda floración,
para ello cortamos cada flor marchita por encima
de la primera hoja de cinco flolíolos que nos encontremos
(contando a partir de la flor).
Este rosal bicolor es muy florífero!